Los 10 derechos imprescriptibles del lector de Daniel Pennac 1. El derecho a no leer. Como cualquier enumeración de derechos que se respete, la de los derechos a la lectura debería empezar por el derecho a no hacer uso de ellos —y en este caso con el derecho a no leer—, sin lo cual no se trataría de una lista de derechos sino de una trampa viciosa. Para comenzar, la mayoría de los lectores se conceden a diario el derecho a no leer. Mal que le pese a nuestra reputación, entre un buen libro y una mala película de televisión, la segunda sale ganando con más frecuencia de lo que nos gustaría confesar. Y además nosotros no leemos de continuo. Nuestros períodos de lectura alternan a menudo con largas dietas durante las cuales basta la visión de un libro para despertar las miasmas de la indigestión. Pero lo más importante está en otra parte. Estamos rodeados de cantidad de personas del todo respetables, a veces graduadas en la universidad, incluso “eminentes” —de las cuales a
Esa noche antes de acostarme, me estremecía por la fría concepción de un pensamiento intranquilo. Un mal augurio, una premonición. Mi esposa que con un beso trato de calmarme decía- tranquilo chico, duérmete que mañana hay mucho que hacer.- Así que dormí. Tres de la mañana, grita la metralla y el fusil revienta la puerta con tan solo un culatazo. Furioso veo como mi esposa es halada por el cabello e intentando hacer algo uno de los pendejos embotados descarga otro culatazo contra mi cara haciendo que mi esposa ahogue un grito y que de mi cara empiece a manar una flor escarlata. Siempre las había visto florecer en jardines, parques y accidentes sobre todo en los accidentes. No crean que soy una especie de sádico que le gusta ver accidentes, más bien cada vez que sufría uno ahí estaba, tan bella enorme y brillante. Esa noche recordé una vez que jugando en la escuela con un niño más grande que yo, me cargo(a lo que para mi parecía una gran altura) y de pronto me dejo caer,
Rápido, rápido bajan los grillos dispuestos a comerse las sombras que me agobian, en este día tan especial y trágico, porque el olvido lo ha convertido en un día así para mí. Funesto, pero no importa, porque tengo a estos grillos, foráneos, que se comen mi desdicha. Los oigo venir desde lejos. Los espero todo el día sentado y la ansiedad me mata, cuando esto pasa no encuentro que hacer, me como las uñas porque he dejado el cigarrillo, bueno, solo ha medias, por lo menos lo hago hasta que las sombras empiezan a manifestarse de nuevo, y es allí cuando espero a los grillos más que nunca. Mi amada me ha dicho, que cada vez que sienta ansiedad y que quiera tomar un respiro en mi vicio, le de un beso, pero, es imposible cuando tenemos esta brecha kilométrica entre nosotros. Es que ella no se da cuenta, porque nunca las ve, las sombras saben cuidarse muy bien y también quieren divertirse un poco, así que dejan que mi amada les pase por un lado sin manifestarse siquiera. A ve
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