Grillos
Rápido,
rápido bajan los grillos dispuestos a comerse las sombras que me agobian, en
este día tan especial y trágico, porque el olvido lo ha convertido en un día
así para mí. Funesto, pero no importa, porque tengo a estos grillos, foráneos, que se comen mi desdicha.
Los
oigo venir desde lejos. Los espero todo el día sentado y la ansiedad me mata,
cuando esto pasa no encuentro que hacer,
me como las uñas porque he dejado el cigarrillo, bueno, solo ha medias,
por lo menos lo hago hasta que las sombras empiezan a manifestarse de nuevo, y es allí cuando espero a los grillos más que
nunca.
Mi
amada me ha dicho, que cada vez que sienta ansiedad y que quiera tomar un respiro
en mi vicio, le de un beso, pero, es imposible cuando tenemos esta brecha
kilométrica entre nosotros.
Es
que ella no se da cuenta, porque nunca las ve, las sombras saben cuidarse muy
bien y también quieren divertirse un poco, así que dejan que mi amada les pase
por un lado sin manifestarse siquiera.
A veces me aterro cuando no veo a los grillos,
se que no podré dormir en toda la noche,
así que me siento en el petate a esperarlos.
La
noche se hace larga y pasa ha ser mutilánte, los susurros de las sombras se
convierten en gritos insoportables a altas horas de la noche y entrada la
madrugada, las sombras cobran mucha fuerza al ver que los grillos no aparecen.
Hace
poco tiempo, hubo un ser que me hacia soñar, por atesorados instantes y hacia
mi tortura un poco más soportable. Era debido al afecto que le tenía pero todo
esto acabo cuando se esfumo. Así que en las noches no funcionaba pensar en ella
para poder dormir. Y las sombras volvían a su misión.
El
calor en la vigilia era cuestión rutinaria, las horas de ardor constante no
solo hacían que no se me pasara por alto la presencia de mis vecinos
intranquilos, sino que convertían a mi cama en un mar de lienzos pegajosos e
insoportables.
A
las 4 de la mañana, y a tan solo 45 minutos de mi hora de irme a trabajar,
aparecen mis queridos guardianes con exo-armadura, un poco tarde, pero lo suficientemente pronto como para que
las sombras no abrumen mi mente de nuevo. Al bajar por las paredes sentí un
alivio extremo, encogido en mi cama los
vi descender y devorar una por una a mis captores, unas huían, por supuesto, pero no importaba yo estaba a salvo.
Mis
amigos insectos estaban algo intranquilos, parece que el banquete no había sido
suficiente, al reincorporarme me senté, y observando como limpiaban sus antenas encendí un cigarro, de pronto un dolor
aterrador atravesó mi pie, y surcando toda mi medula ennegreció mi visión, una
sustancia espesa salía por todos mis orificios, los primeros en caer fueron mis
ojos, al pretender limpiarlos vi por unos segundos como el endemoniado animal inyectaba el veneno
por mi pie, intente sacudirlo pero estaba rodeado por sus camaradas.
Un
amargo sabor en mi boca, me indicaba que
el líquido se apoderaba de mi gusto, era
intolerable sentirlo en mi lengua, tan pegajoso y chicloso, espeso, hasta el
punto de no dejarme hablar ni emitir sonido.
Los
bichos empezaban a atacar en conjunto, el veneno, era solo el comienzo, No
entendía porque mis guardianes se habían convertido inexplicablemente, en
devoradores de hombres, y sanguinarios caníbales, engullían mis entrañas
lentamente, pero ya no sentía dolor ni
miedo, solo un vacío dominaba mi mente, envolviendo una idea que surgió de pronto…
Me
había convertido en sombra.
Alejandro
López Iribarren
Me gusta la metáfora de los grillos, me hizo recordar el Bestiario de Julio Córtazar.
ResponderEliminarGracias por comentar Anaís. :)
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